domingo, 4 de enero de 2015

La Moqueta

Había instalado una moqueta de color gris en su salón, llevaba pensando en ella desde el día que la vio en una casa que desde luego no era la suya.  Después de dar vueltas y vueltas por fín la encontró, sin ser consciente de que una parte de ella pertenecía a esa moqueta.

Era sólo una moqueta, pero cada una de sus fibras se electrificaba, sin poder remediarlo, sin poder ejercer ningún control sobre ello. El día finalizaba con huellas de pisadas que marcaban siempre el mismo recorrido y en la esquina superior derecha alguien había derramado sin querer un poco de vino. Pero allí estaba, presidiendo el salón, recordando  el camino de vuelta a casa, el camino a los orígenes, equilibrando sin duda aquella habitación rectangular.

A pesar de ser gris y de no tener a simple vista nada en especial emanaba una vibración imposible de ocultar. ¿Qué enigmático poder escondería dicha moqueta? Era un poder de atracción casi mortal... Todo aquel que no se resistía a poner un pie encima terminaba encandilado por sus múltiples fibras. Su estado natural se desvanecía, una sensación de vértigo empezaba a asomar, pulso acelerado, cuenta atrás 3, 2, 1... Padece usted un regreso a su estado de más pura felicidad.

¿Quién lo diría verdad? Era sólo una moqueta equilibrando un salón.