lunes, 24 de agosto de 2015

El príncipe azul, de azul sólo llevaba el jersey.

Podría dedicarte el más desgarrador de mis pensamientos -Pensé para mi misma- El más cruel, aquel que imparte soberana justicia entre tus pretéritos y la realidad.

Podría quebrar cada uno de tus huesos.
Llenar mis bolsillos de soberbia y cinismo.
Levantar una ceja y vestir de educación a las palabras más hirientes.

Podría ser tú, de hecho podría ser mejor que tú intentando ser tú.
Ser tu imagen y semejanza, otorgarte dicha felicidad querido narciso, pero en esa felicidad habrías encontrado tu penitencia. Justo castigo para aquel que busca el reflejo de sí mismo.

Te creías tan azul, que nunca te diste cuenta que de azul sólo llevabas el jersey.
Que mirabas y no veías.
Que tocabas y no sentías.
Así fue como empecé a mirarte y no verte.
A tocarte y no sentirte.

Qué desastre cuando uno no sabe ver y el otro ya no quiere mirar. Qué desastre el día que decidí volver a mirar, fue entonces cuando vi que ahí ya no quedaban huesos que quebrar.


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