Abres los ojos y mientras estiras todo tu cuerpo, de forma totalmente involuntaria inspiras,el aire cálido de habitación cerrada te atraviesa, se desliza suave por tu laringe, traquea, bronquios, bronquiolos y alvéolo. El oxigeno se mezcla con tu sangre, el diafragma cumple su función y los pulmones parece que se te van a salir del pecho, tus manos recuperan el sentido del tacto y se te eriza la piel. Todo esta en un perfecto estado de bienestar.
Bien, esta ha sido tu primera bocanada de aire del día, no podrás pretender que todas sean iguales, algunas serán mas densas, otras entrecortadas, algunas asfixiantes...De no ser así, probablemente es que eres una planta y estas perdido en el mundo de la fotosíntesis mientras yo te hablo de la vida.
¡Quién sabe! Los días son largos, inspiramos millones de veces y estamos rodeados de factores dispuestos a alterarnos, que complicado nos resulta entonces mantener el equilibrio y la compostura.
Los estados de ánimo son como el clima, nos nublamos, amanecemos, atardecemos, llovemos, granizamos, volvemos a amanecer. Somos meteorólogos de nuestro propio tiempo, de nuestro propio estado de ánimo. Sin embargo, de ahí la importancia de saber con total seguridad que no importa como transcurra el día, porque cada vez que te despiertes tu primera bocanada de aire será como te la he descrito.
(Y si te despiertas a causa de un mal sueño, obviamente no será la primera, pero lo mejor que puedes hacer es ir directo a la cura, que sin duda es esa segunda inspiración de alivio)
Pues si, viva ese momento del día en el que empieza a escribirse una historia en blanco (me parezco al anuncio de Andorra).
ResponderEliminarParticularmente, ese momento me inspira paz.
Cristina.
Es lo bueno de no saber que te deparará cada despertar :)
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