miércoles, 16 de abril de 2014

Antonimia


Vivían en un mundo de sinónimos y dormían durante breves franjas de tiempo. Llevaban tantos kilómetros así que no se habían dado cuenta de lo oxidados que estaban su cuerpos, de los surcos que se empezaban a apreciar en su ajada piel. Ni una vacuna de tétanos salvaría a quien se atreviera a acercarse a ellas. Estaban en el mundo de su vida, el que ellas mismas se habían creado, pero el sol ardía como si el fuego caminara con ellas.

¡Ay! lo que darían por un par de días de pura antonimia, quizá eso aliviaría su malestar crónico, quizá su piel oxidada se regenerase hasta alcanzar nuevamente la suavidad extrema, quizá su mundo etéreo sólo era buena idea como fantasía, en la realidad, la sangre hierve debajo de la piel.

Tras sopesar los problemas que arrastraban desde tiempos inmemoriales, decidieron buscar un atenuante para su estado, un consuelo para sus corazones carmesí. Buscaron hasta que encontraron, o tal vez apareció, la mejor de todas las ideas como complemento a su mundo.

Fueron al lavabo y se limpiaron las gotas de sudor que se deslizaban por los pliegues de sus rostros. Mañana ya no estarían como estuvieron ayer.

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