miércoles, 11 de junio de 2014

Mercromina


Fragmentos de su bondad hechos añicos flotaban en el aire como si de motas de polvo se tratasen. La tristeza había dejado paso al dolor y este, a su vez, al odio más profundo.

¡Una lástima! Una herida que ni la mercromina apaña. Empieza como un rasguño en cualquier parte de tu piel y se aferra a los órganos internos como ventosas. Se mezcla con tus glóbulos rojos y pasa por cada célula de tu organismo. Huir no sirve de nada, no se separará de ti por mucho que corras o muy lejos que te escapes.

Cuando la opción de cicatrizar no existe solo te quedan dos soluciones posibles, recrearte en la herida o contagiar. Ninguna de ellas es del todo favorable pero una vez que te decides empieza todo un proceso de mutación que se resume en un "fue lo que era y es lo que será". Simple y sencillo, sin lugar a confusiones. Lleno de rotundidad.

PD: Cuidado Sansones, hay mucha Dalila vagando por el mundo.

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