Un cuarto de siglo después ya nada era como parecía serlo antes, unos kilos demás, botellas vacías en el cubo de la basura y arrugas que se asoman en el borde de sus ojos, ya no soporta compararse a si misma con Cass, a pesar de ser también la menor de cinco hermanas y poseer un carácter rayando la locura. Ahora, ¿qué mas da? ya no era la chica más guapa de la ciudad, no había muerto a los 20 años y ningún hombre la consideraba una máquina sexual. Había dejado de ser su relato favorito, ya no sentía esa fascinación de juventud hacía él. ¿Será esto lo que hace la edad? dejar de ser lo que eras, dejar de disfrutar las cosas que antes te entusiasmaban, convertirte nuevamente en una desconocida en busca de sí misma.
Desde luego si algo era cierto, es que estaba cansada de encontrarse una y otra vez.
Media botella de chardonnay, regalo de una de sus muchas conquistas se diluía en su sangre y le obligaba a caminar a paso lento hasta la cocina, entre aturdida y eufórica decidió cocinar el plato más exquisito que nadie jamás podría degustar. El corazón le palpitaba de excitación, sus pensamientos se aceleraban sin ningún tipo de freno, se desnudó con la ventana abierta, sin ningún tipo de pudor, quería ser admirada, estaba en plena fase maníaca. Dio el último sorbo a su maravilloso chardonnay y estrelló la copa contra la pared.
Encendió un fogón y colocó torpemente la plancha sobre él, se agachó y cogió uno de los muchos cristales que se amontonaban en un suelo resbaladizo y pegajoso. No titubeó a la hora de cortar sus aterciopelados labios hasta que se separaron de su piel, nadie más volvería a probarlos, no permitiría que otra persona disfrutase de ellos, el placer de degustarlos por última vez se lo daría a sí misma.
Jefaza!!! Tu si que eres la chica más guapa de la ciudad! Oleee
ResponderEliminarV.
¡Me alegro mucho, mucho de que te guste!
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